Entrada

Todos se iban de verano a algún sitio especial: París, Nueva York, Tokio... Pero a mí me bastaba con estar encerrada en cuatro paredes leyendo, viendo alguna peli y comiendo gominolas o saliendo a dar una vuelta por la ciudad.
Estaba sentada en los sofás de la entrada con mis cascos de música colgados al cuello, con la música a tope en mi reproductor iPod y con un look sumamente casual.
Tenía en mis manos un cuaderno que usaba a modo de diario de vez en cuando, pero, generalmente, lo usaba para apuntar cosas que no debía olvidar desde el pequeño 'incidente' que tuve el curso pasado.
Lo dejé a mi lado y saqué del maletín que tenía un portatil, cruzándome de piernas sobre el sofá y encendiendo el ordenador, dispuesta a contestar a mis tutores por email.
Deseaba conocerlos de una vez, y ya llevaba unos días sin hablar con ellos.

Había dejado las maletas en mi habitación y había tenido que salir de ella por la cobertura del móvil; mi tía me había llamado para ver como estaba, sino por mí no hubiera salido de allí en mucho tiempo.

Acabé bajando por las escaleras de la entrada, con gesto aburrido, una mano en el bolsillo y la otra agarrando el móvil contra mi oreja, escuchando la voz insistente de mi tía Stephanie.

-No tenías que haberte molestado en inscribirme al Holidays' Plan.-dije con un tono de voz aburrido y sin vida. No daba señales de agradecérselo, más bien de decirle indirectamente que borrase mi nombre de las incripciones con aguarrás si hacía falta. Mi tía empezó a negármelo con voz apresurada.

-¡De eso nada, Jason! Te vendrá bien conocer a gente nueva y charlar con los demás niños...-dijo como si todavía estuviéramos en preescolar. Puse los ojos en blanco levantando levemente la mirada y las cejas, frotándome la cara con una mano, resignado.-Además, nunca has ido a la playa y te vendrá bien coger un poco de color... ¡Cuando estás en casa me creo que eres el fantasma de mi difunto marido! Más te vale no volver con ese tono de piel lechoso que tienes porque sabré que te has escaqueado.

Parpadeé sin cambiar la expresión, bajando el último escalón y volviéndome a meter la mano en el bolsillo. Suspiré de forma queda.

-Está bien, tía. Te llamaré en cuanto haya novedades.-dije aunque no pensaba hacerlo; "casualmente" se me acabaría la batería del móvil. Dejé que mi tía se despidiera y colgé el aparato, metiéndomelo en el bolsillo, solo entonces levanté la vista. No me inmuté demasiado, tan solo se me levanté por un segundo la ceja izquierda, como si hubiera divisado algo desconocido. Había una chica sentada en un sofá con un portátil en las rodillas, escribiendo. Estuve tentado a darme la vuelta y volver por donde había venido, y no hubiera sido una mala idea sino fuese porque la chica levantó la mirada y me vio. Odiaba que me pillasen mirando a alguien... Daba a entender que: A) era un pervertido B) era un cotilla aburrido o C) era gilipollas.

Cuando el monitor del portatil Apple se encendió al máximo brillo, puse mis dedos sobre la pantallita tactil del portatil y arrastré el ratón al acceso directo del Safari, entrando en Hotmail e ingresando mi cuenta y mi contraseña.
Mientras se cargaba, llevé mis cascos a mi cabeza y me tapé únicamente un oído con uno de los auriculares, comenzando a hacer ruido con mis uñas contra el aparato.
La gente de a mi alrededor pasaba como si nada, como si las manecillas del reloj se movieran sin pausa y una burbuja de soledad me rodeara a mí, escribiendo sóla un mail a... ¿Tutor desconocido? No sabía ni el nombre de las personas a cargo de mí.
Afortunadamente para el destino, que parecía reírse de mí, la batería del portatil se había acabado y la pantalla se había apagado automáticamente.
Suspiré profundamente por la nariz y cerré los ojos, como diciendo: "Venga, ¿ahora qué?".
Me dispuse a guardar el portátil lentamente en su funda correspondiente y alcé la vista cuando, me fijé, que no estaba del todo camuflada en una densa niebla. Un chico de pelo rizado miraba a mi dirección. Lo cual me extrañó y me hizo mirar a mi alrededor, confusa. ¿Me miraba a mí o... qué?

Apreté levemente los labios, en señal de nervios, y al igual entrecerré los ojos. Los médicos podían decir misa de que yo no entendía ni podía leer las emociones en los rostros de los demás, pero no era idiota; aquella chica me miraba desafiante, o al menos extrañada, pero... ¿por qué?

Intenté calmarme y pensar con racionalidad; supuse que no era muy común que alguien se te quedase mirando tan fijamente, en todo caso el raro ahí era yo, ni tampoco era muy común que a alguien le cayeses mal por una solitaria mirada. Parpadeé intentando relajar mi expresión y aflojar mi gesto de dureza. No quería hacer amigos, requería un esfuerzo y una cualidad que yo no tenía, pero tampoco enemigos, así que intenté esbozar una sonrisa, por muy pequeña que fuese, y hacerle una cabezada a modo de saludo, relajando mi ceño fruncido.

Me quedé, al igual que él, mirándolo fijamente, con el ceño fruncido. Se me hacía realmente extraño que, alguien que no conocía, me mirara así de fijamente, pero... no me desagradaba. Al fin y al cabo, siempre era una más. Una del montón. Una en la que nadie se fijaba. Hasta hoy.
Sonreí de medio lado, avergonzada, cuando me sonrió levemente y sacudió la cabeza. Automáticamente, tapé mi rostro con mi flequillo y, luego, eché un mechón de mi pelo oscuro y alisado tras mi oreja, mirando disimuladamente si seguía mirándome... Y así lo hacía. ¿Lo saludaba? Charlotte. Eres tonta. Claro. Saludarlo era lo mejor.
Alcé lentamente mi mano libre, de una manera débil y la moví tan ligeramente como una pluma, conforme alzaba poco a poco más mis cejas.

Tendría que hacer una especie de terapia de esas de choque para dejar de mirar tan fijamente a las personas; a lo tonto, me había quedado tanto tiempo observando a la chica que me acabó haciendo gestos con la mano. No me extrañaba nada, yo hubiera hecho lo mismo o simplemente haberlo mirado con tal cara asesina que al final acabase mirando hacia otro lado, pero de pronto me di cuenta de que aquella señal era un saludo. Estuve a punto de retroceder un paso, como si me hubiera dado una descarga eléctrica, pero me contuve. ¿Qué hacía, me acercaba y le saludaba o le correspondía el gesto y me iba corriendo como si fuesen los San Fermines?

De pronto, tuve una inspiración; si le contaba a mi tía que había hablado con alguien del internado, más concretamente con una chica, quizá pensaría que había decidido relacionarme por mi propia cuenta con los alumnos de la academia y me dejaría elegir entre ir a la bulliciosa y cansina playa o quedarme en mi relajante y segura habitación del internado. Por supuesto que prefería lo segundo. Hubiera podido inventarme cualquier cosa sobre haber hablado con alguien, pero seguramente no me saldría natural, ni tampoco sabría inventarme mucho sobre la conversación; no era muy dado a las relaciones y no sabía con seguridad de qué se hablaba normalmente, pero al menos si sabía cómo saludar; "hola" (no, no era un sarcasmo), así que me acerqué con los pies pesados hacia donde la chica, esbozando una sonrisa que esperaba que pareciese convncente, aunque cabía decir que hacía tanto tiempo que no sonreía de forma sincera que me dolían las comisuras de los labios de aguantar ahí postrada la sonrisa, y saqué una mano de mi bolsillo, tendiéndola en el aire. ¿Qué se hacía en aquellas ocasiones, estrechar la mano, dar dos besos o simplemente... saludar?

-Hola, soy Jason, pero puedes llamarme JayJay.-dije. Enseguide supe que no me salió natural; tenía la voz ronca de lo poco que hablaba y arrastraba las palabras, como si leyese en voz alta un aburrido enunciado de un problema en clase.

Me quedé allí quieta, con el ceño fruncido, observando cómo me miraba fijamente y cómo se acercaba lentamente, con paso casi fúnebre y se ponía frente a mí, con una mano alzada.
Cuando se presentó y me saludó, me quedé con los ojos entrecerrados mirándolo, extrañada ante su voz de... su... su... manera de expresarse tan... ¿Zombie?
Parpadeé varias veces cuando una voz en mi cabeza dijo "¡Charlotte, espabila!" y sonreí un poquito, alzando también de una manera torpe la mano, como él y encogiendo los hombros.
-Mmmm... Hola -murmuré entre dientes, dejando el portátil al lado de mis pies-. Yo soy Charlotte.

Asentí con la cabeza y le estreché la mano, moviéndosela ligeramente, sin fuerza. La solté y entonces ocurrió lo que me esperaba; me quedé en blanco. Allí, sonriendo, de pie, como esos muñecos que bailan y saludan como idiotas... Solo que yo no necesitaba hacer todo eso para parecerlo.

Poco a poco fui desvaneciendo mi sonrisa como si se resbalase, sin poderla mantener, y entonces me humedecí los labios. Carraspeé para aclararme la voz para que no me saliese como si me hubiera desgarrado la garganta con algo extraño... u obsceno, y decidí sentarme a su lado, separándome un poco de ella, pues al principio me había sentado tan cerca que no quedaba ni siquiera espacio entre nosotros para poder apoyar las manos en el sofá.

Parpadeé y evité mirarla de arriba a abajo, no por perversión (de nuevo), sino porque me gustaba recordar después el aspecto de las personas. Mi memoria fotográfica me lo permitía, y eso me quitaba desafortunadamente la excusa de ver a un conocido por la calle y cuando pasases de largo sin saludar y el otro te llamase decir "Anda, no te había reconocido".

-¿Eres... de aquí?-pregunté cual gilipollas era. Gilipollas o torpe... Esperaba que fuese lo segundo, pues al menos se podía cambiar. Fruncí el ceño, enfadado conmigo mismo, sin poder quitarme aquella voz de aburrido anciano a punto de dormirse viendo un documental.-Quiero decir... Que si eres de mi mismo curso, primero de bachillerato.

Allí de pie, quieta frente a él, observando cómo sus gestos cambiaban de una forma curiosa, carraspeé, mirando algo avergonzada al suelo y mordiéndome el labio inferior por el costado. Genial, Charlotte. Conocías a alguien nuevo, más concretamente a un chico, y ya parecías incomodar su presencia.
Llevé con disimulo una de mis manos al bolsillo de mi pantalón, en busca de algún osito de goma, pero, a falta de gominolas, opté por sentarme de nuevo en mi anterior lugar, en el sofá de la Entrada, frunciendo los labios y mirándolo con una sonrisita avergonzada e incómoda.
Lo miré de reojo, de nuevo con mi rostro casi oculto en mi melenta y encogí mis hombros, sonriendo ante su metedura de pata, esta vez de una forma más natural.
-Eh... Sí. Llevo aquí desde el año pasado -mostré una mueca, pensativa mirando un punto concreto del suelo, al recordar mi patético curso pasado-. No es un lugar en el que me gustaría pasar todos los días del año... Sobretodo porque no soy muy sociable... Pero...

Decidí agarrarme un puño con la mano para no tener las manos muertas y me apoyé en el respaldo del sofá, dejando que ella hablase por mí. Parpadeé lentamente cuando me dijo aquello. Al menos no parecía una persona que intimidase con su personalidad, ni tampoco que le agradase mucho la idea de estar allí, como a mí. Quise sonreír ante la idea de haber encontrado a alguien como yo, pero como bien me había enseñado la vida la gente solía dar muchos palos y no todos eran como decían ser, así que decidí no precipitarme, al menos por esta vez, e intentar sacar un poco al simpático y sociable JayJay que llevaba adentro, aunque estuviese tan, tan al fondo que para salir a flote tuviese que escalar kilómetros y kilómetros de mi depresiva personalidad bipolar y autista... 2x1.

Me sentí con la obligación de responderle, así que volví a humedecerme los labios y pensé una respuesta coherente y amigable.

-Bueno, tranquila, piensa que solo quedan unos cortos doce meses para acabar el curso.-dije aunque no sonase como un sarcasmo; ese era otro aspecto que quería cambiar de mí, esperaba que algún día me regresase la vida a la voz para poder diferenciar tonos de emociones, y así no volver a hablar como si fuese el Loquendo.-Drógate a base de paracetamoles para desmayarte todo el año y ya verás cómo pasa rápido.

Volví a peinar mi flequillo, llevándolo tras la oreja con una sonrisita en modo de mueca y, cuando habló alcé lentamente y avergonzadamente la vista hacia él, frunciendo poco a poco el ceño en señal de que su comentario era absurdo... pero divertido. Sobretodo lo último que dijo.
Miré al suelo, riéndome entre dientes por lo bajo. Siempre me había dado mucha verguenza subir el tono de mi voz en varios niveles, sobretodo si me reía. A veces incluso parecía que mi voz era un simple susurro del viento.
-Sí, guau... Iré contando los días que quedan para el próximo verano... -hice un pequeño mohín y lo miré, sonriendo- Yo no, pero sé de gente que sería capaz de hacer eso... ¿Es tu primer año? Si lo es, no sabes dónde te has metido...

Alcé una ceja, escuchándola atentamente. Por lo que me decía, aquello en vez de un internado parecía ser una especie de cárcel en la que prácticamente nadie quería residir. Me pregunté si todo lo que salían en las comedias juveniles americanas eran verdad y si habría el típico grupo de chicos y chicas populares y mimados que hacían la vida imposible a los demás. Torcí un momento la boca ante la posibilidad de haber más obstáculos en mi ya de por sí deplorable vida social y busqué un chicle de mente en mi bolsillo, abriéndolo y llevándomelo a la boca; no era lo mismo que escuchar una buena sesión de Cat Stevens, pero algo era algo y ya me sentía más calmado para hablar con Charlotte, relajando la tensión de mis hombros.

-Sí, soy nuevo. No quería venir a este internado, pero...-torcí la boca y me encogí de hombros.-No me queda otra.-dije omitiendo la historia de mi tía Stephanie Watts, la cual seguramente le resultase aburrida.-¿Qué tiene de malo esta academia?-pregunté más que acusador, curioso, pero claro, la voz de robot autómata era lo que tenía...

Encogí los hombros, apagando el reproductor de música y, así, llevando mis cascos una vez más a mi cuello, mirándolo con una mueca.
-Generalmente, es todo bueno, salvo que... -fruncí los labios- Digamos que la gente que hay no es la que te imaginas que te encontrarías al entrar aquí...
Visto de mi punto de vista, así era. Por ejemplo, jamás habría pensado que me encontraría con una persona como Lindsay aquí, y menos con un trillón de perritos falderos detrás de ella, intentando ser tan triunfadora como ella parecía presumir de serlo. Al menos no estaba sóla en el internado, y eso lo agradecía de verdad.

Masqué con la boca cerrada, evitando hacer pompas con el chicle. Aquello que me decía más que asustarme me daba pereza. ¿Que cuál era la razón? Fácil; tendría que relacionarme con gente difícil, con sus grupos de amigos ya hechos y sus movidas por ahí sueltas. No tenía ningunas ganas, para que engañarme... Pero uno no elegía las amistades, y mucho menos las circunstancias en las que se entablaban.

Decidí salir de mi mundo paranoico de pensamientos extraños y me eché hacia delante, aún mascando el chicle y sonriendo de lado, al menos intentándolo.

-Bueno, yo no soy así.-dije en un intento de caerle bien y alcé las cejas.-Desgraciadamente, lo que ves es lo que hay.-me atreví a bromear. Quizá fuese una mentira a medias, después de todo... No podía decir abiertamente que era autista, o al menos intentaba dejar de serlo, que tenía un principio de síndrome de Asperger y bipolaridad, que seguramente era la causa de que mi hermana muriese y que mis padres me habían echado de casa. Era toda "una caja de sorpresas", aunque no en el buen sentido. Cualquier persona que escuchase eso se alejaría de mí, para qué mentirse. ¿Y quién no? Hasta yo tenía que reconocer que si me cruzase con alguien parecido intentaría evitarlo lo más que pudiese.

Andaba con mi panda hacia la escuela y paré ante ese tal Jason Madden, mirándole de pies a cabeza. De inmediato observé que era un independiente que, encima estaba en medio de mi camino.
-Eres Jasson Madden, no me equivoco, imagino y... estás en mi camino, apártate.-ordené con mi aire de chulería mientras botaba mi pelota de baloncesto con la izquierza-O, esta pelota, impactará de lleno en tu cabeza, y seguro que se vuelve independiente...-reí mi chiste junto con mi panda y mis admiradores.

Iba un poco mas retrasado que Jared por lo qué no me enteré mucho de lo que decía. Iba jugando con el mechero y estaba entretenido en eso. Pero de pronto vi a la chica que acompañaba a Jason. A mi me la soplaba Jason, lo que hacía. Pero llevaba una semana sin liarme con ninguna asi que me convenía meter fichas.
- Hola soy Drake Coleman de los Coleman de Wisconsin...- dije cogiendo la mano de la chica y besandola. Sabía de sobra que era la del diario, pero nunca había hablado con ella asi que podía presentarme. Después volvi a mi sitio.

Sonreí avergonzada mirando a JayJay a los ojos, mientras arrugaba mi camiseta entre mis manos, nerviosa y casi sonrojada, sin saber muy bien qué decirle.
-Pues... La verdad, es agradable escuchar eso.
Así lo era. Siempre venía bien la primera impresión de la gente. Ver si parecía de confianza, buena persona, o no... Podía no haberle hecho caso, pero yo me fiaba de la gente mucho, tal vez demasiado...
-Y espero... -sonreí suspirando levemente por la nariz- que sea verdad -murmuré mirándolo con la barbilla alzada, ladeando el rostro y mirándolo de reojo.
Entonces, justo entonces, apareció Jared en escena. Era... casi tan guapo como Drake Coleman... Resultaba completamente difícil ponerlos en una valanza, ambos eran atractivos, parecían buenas personas...
O... al menos... lo parecían. Como siempre decía mi abuela "Las apariencias engañan".
Se me fue la cara de tonta, al ver la amenaza de Jared hacia JayJay.
-Oh-oh... -siseé en un sonido sólo audible para mí, casi tan bajo como un pensamiento...
Estaba segura de que se meterían todos con él por ser el nuevo. Me sentía inútil, quise contestarle de una manera intimidante. No quería que hablara mal a JayJay... parecía tan similar a mí, que sabía que lo estaría pasando como yo en aquel mismo momento...
-Mmmmh... Hmmm... Ehh... ¡Eh! -me atreví a "exclamar" levemente, más bien a sisear, frunciendo el ceño y mirando al suelo, con el rostro oculto en mi flequillo-. Estamos manteniendo una conversación privada...
"Así que largo" pensé, mirando al cielo como si alguien me escuchara "por muy bueno que estés...".
Por si fuera poco, de pronto, Drake, el "otro" que hacía a todas suspirar, apareció. Sólo que aquel no parecía estar tan interesado en JayJay, sino en mí... Pues se me dirigió como si estuviéramos sólos.
Me quedé algo impactada por su gesto. No me lo podía creer. El simple hecho de que Drake Coleman hablara conmigo (¿¡Conmigo!?) ya era todo un descubrimiento...

FDR: Drake, ¿dónde se supone que has besado a Charlotte? ¬¬

Observé a la chica y sonreí besando su mano y le dije coquetamente.
-Disculpa mi grosería, creo que nos vimos en la piscina, ¿me recuerdas? soy Jared Federline, de los Federline de Los Ángeles, California-dije coquetamente-disculpad nuestra intromisión, no quisiera molestarte preciosa así que... ¡nos vamos chicos!

Sonreí levemente a Charlotte cuando me dijo aquello, solo que aquella vez no tenía que hacer un esfuerzo en las comisuras; estaba sonriendo de verdad, aunque fuese una sonrisa tan diminuta que casi no se apreciara.

De pronto aquel momento de candidez temporal se evaporó en un segundo, justo cuando escuché una voz amenazante al lado mío. Giré la cabeza con gesto aburrido, mientras sentía como una aguja de esas de ganchillo se clavaba en mi pecho, sino que no había sido por ofensa; era por impotencia, el propio hecho de que una persona que no me conociese me dijese esas cosas y se supiese mi nombre... Claro que, como bien había dicho, ese tío no me conocía lo bastante bien como para saber que en uno de mis ataques incontrolados de ira acabé clavándole un compás en el ojo a un chico en cuarto de primaria.

Bajé un momento la cabeza y cerré los ojos, intentando calmarme, y sonreí levemente, aunque aquella vez había sido una sonrisa más macabra y de asco que de otra cosa. Levanté la mirada y me puse de pie, con la parsimonia propia de alguien que no tiene prisa en concluir su acción, y detuve con una mano en el hombro a aquel chico, el que se había metido conmigo, antes de que pudiese marcharse, y me crucé de brazos. Pude observar que aquel chico era algo más alto que yo y mucho más fibroso; seguramente el guaperas del instituto, y parecía no equivocarme demasiado con la altanería que se gastaba.

-Perdona pero no estoy en tu camino; estoy sentado. No sabía que eras tan chulo que hasta los sofás se apartan a tu paso.-dije sin ninguna muestra de querer ser gracioso, con mi tono apagado, y me acerqué a él, desafiante, y entrecerrando los ojos.-Por cierto, si quieres seguir siendo el guaperas del instituto te aconsejo que no me toques demasiado los huevos, podrías terminar con la cara parcialmente quemada.-entrecerré más los ojos y exploté una pompa de chicle de menta cerca de su cara, desafiante.-Y no me estoy marcando ningún farol.

Desvié un momento la mirada hacia Charlotte con un brillo en los ojos. Aquellos dos chicos le habían besado en la mano. ¿Es que se juntaba con esa clase de gente? Creí que era una más, alguien como yo...

Entrecerré los ojos, pero aquella vez por la decepción, y me sentí desilusionado... Otra vez.

FDR: si te he cogido la mano...¿Dónde te he besado?¿en el pie? xD

Ignore completamente al tal Jason, para mi no existía. Podía vivir perfectamente sin saber que estaba ahí.
Sonrei levemente y mire a ambos chicos. Sabía que la chica hoy soñaría conmigo, es mas, me apostaría lo que fuese a que sería así.
- ¿Y sobre que hablabais si puede saberse?- dije en un tono seductor.- ¿Os importa que me una?- pregunté después mostrándome majo, en esto de tirar fichas con efecto. Yo era el rey.- O mejor, el médico me ha dicho que me viene bien la fiesta. ¿te apetece venir a jugar con Jared y conmigo a la play esta noche, Charlotte?
Mire a Jared un instante y sonreí, ese pringao no podía con el. Y menos con tanta gente delante.

Miré al chico de arriba a bajo, mirándole fijamente, con admiración. Yo admiraba a aquellas personas que eran tan grandes como para no dejarse intimidar, me gustaba comprobar que eran así asi que me arrodillé a sus pies.
-Te ruego que me disculpes, no sabía el tipo de personas que eras, Madden, ¿te importa si te llamo Jason?-pregunté mirándole a los ojos con infinita admiración.
Podían darme por loco pero era el acto de buena fe que experimentaban las buenas personas de vez en cuando.

No pude evitar ignorar escuchar el comentario del chico moreno y apreté los labios, sintiéndome aún más impotente, y fruncí el ceño. Sí, decididamente aquella chica era de su círculo de amistades, y yo había sido tan idiota de creerme la patraña esa de que era una chica normal y corriente; precisamente por eso ese tipo de personas eran las mejores.

Entrecerré los ojos, pensando para mí mismo que como hiciese más aquello me quedaría con cara de chino, y entonces me dispuse a contestarle a los dos.

-Tranquilo, no hace falta que te unas; toda para ti.-dije señalándola con una mano, como si le estuviese cediendo un coche y me adelanté un paso, mirando con vehemencia al otro chico. Alcé las cejas. ¿Es que ese tío era aún más bipolar si se podía que yo?

-Disculpado estás, pero para ti soy el señor Madden.-dije mostrándome borde y cortante, dándole dos palmaditas en la mejilla, como si le diese algún tipo de ánimo, y decidí salir de allí antes de que me contestase alguno de ellos, y mucho menos Charlotte.

Me daba igual si me ganaba la enemistad de todo el instituto, lo único que quería era salir de aquel agujero apestoso de falsedad e hipocresia.

Asentí levantándome.
-Creo que me equivoqué, te pareces a otra chica y te e confundido-le dije a la chica.

FDR: Haberte expresado mejor, Jonan¬¬

Miré ceñuda toda la escena. Estaba algo confusa, pues no podía atender como era debido a Drake, ni mucho menos observar la reacción de JayJay.
Parpadeé varias veces, confusa. Los tres me estaban dejando tanto con la palabra en la boca que, parecía que de un momento me iba a entrar una mosca dentro.
Cuando se fue, la cerré y fruncí el ceño, observando cómo se iba JayJay y, a continuación, mirándolos a ambos parpadeando sin saber qué decir.
Balbuceé ante la oferta de Drake. Genial, ¿y cómo decirle que, además de ser invisible toda la vida y no tener casi amigos, no sabía ni encender la PlayStation?
Me mordí el labio inferior por dentro y sonreí algo cortada, con algo de apuro y separé lentament mis manos de las suyas, agachándome y cogiendo el maletín de mi portatil.
-Escuchad... Yo... -volví a quedarme sin saber qué decir, con la boca entre abierta.
No sé cuántos segundos pasaron, pero me había quedado con un mal sentimiento cuando JayJay me echó una mirada asesina, vete tú a saber por qué.
-Yo... Eh... No -dije, sonriendo aún algo avergonzada, pasándolos de largo y colocándome los cascos, apresurándome por seguir el rastro de JayJay.
Me sentía identificado por él. Y no quería que, nada más conocerme, se haría un pensamiento distinto de mí al que había tenido en un comienzo.
Además... por mucho que me atrajeran Drake y Jared... Siempre había sido una más para ellos. Era la primera vez que me trataban así.