Terraza

Mi poco fiable instinto me había llevado a la terraza. No sabía si era porque allí me sentía segura por la soledad y me sentía lejos y apartada del jaleo y de la gentuza de la Academia, o porque presentía que encontraría allí a JayJay y podría lavar mi imagen y rectificar el supuesto error que parecía haber cometido para que me mirara de tal modo.
Abrí la puerta que daba a la terraza y entré lentamente, caminando despacio y acercándome al centro de la terraza.
Dejé el maletín de mi portátil sobre uno de los sofás y llevé mis cascos al cuello, mirando a mi alrededor.
-¿Jason? -lo llamé, ceñuda.
Suspiré e iba a ponerme a hablar sóla, como si él estuviera allí. Al fin y al cabo... Ya estaba tachada de friki. ¿Qué mas daba si me ponía a hablar sóla... una vez más?
-¿Estás... bien? -fruncí el ceño, mirando hacia todos los rincones y esquinas de aquel lugar.
Al final, acabé sentándome en uno de los sofás, al lado de mi portátil, y mirando al cielo.
-¿Qué he hecho esta vez? -siseé, como si alguien de ahí arriba pudiera contestarme.
Busqué y busqué en mis bolsillos algún osito de goma o alguna gominola, pero había recordado que no tenía ninguna pues anteriormente había buscado en los bolsillos de mi pantalón. Afortunadamente, vi cómo una pequeña bolsita de plástico se asomaba por un hueco de la cremallera cerrada de la funda y allí tenía "munición" de sobra. Siempre que estaba nerviosa, los ositos de goma eran una solución. Cogí tres rojos y me los llevé a la boca. Sí... Otra de mis aficiones era comérmelos de tres en tres.

Había caminado tanto en un intento de huír en vano de mí mismo que había acabado en la terraza de la academia, mirando hacia todos los lados. Me acerqué a la barandilla de la terraza y apoyé mis manos en ella; el frío tacto del metal contra el frío de mi piel, no había mucho contraste en ello... Los dos estábamos igual de inanimados.

Miré con ojos vacíos el asfalto a unos treinta metros de distancia y pensé seriamente en si sería una buena idea tirarme de la terraza y dejarlo todos en manos de la santísima gravedad. "Mejor no", pensé en un alarde amargo de humor negro: "Las mujeres de la limpieza tendrían que molestarse demasiado en limpiar mi cadáver del suelo. Sería todo un desperdicio".

Cerró los ojos y se dio la vuelta, echando la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados y suspirando. Eso era lo que era; un desperdicio, una boca más que alimentar para mi tía Stephanie Watts, un muñeco inerte... Solo que hasta ellos tenían más chispa que yo.

Caminé hasta quedarme por detrás de un sofá y me dejé resbalar hasta sentarme en el suelo, con las piernas flexionadas de modo que casi podía abrazarme las rodillas, aunque más bien las rodeé; no tenía ni fuerza para eso. Cerré los ojos apoyándome en los hierros del sofá e intenté evadir las voces acusadoras de mi cabeza, diciéndome que era un mierda y todo lo que ya había descubierto por mí mismo desde hacía mucho tiempo.

-¿Jason?

Me sobresalté abriendo los ojos, impresionado. Joder, ¡estaba tan loco que hasta las voces en mi cabeza se hacían cada vez más reales!

-¿Estás bien?

Arqueé una ceja, ladeando la cabeza y mirando a un punto muerto en el suelo en el que se reflejaba la sombra de una chica, y por su voz pude comprobar que era Charlotte. Relajé la expresión, contento de que mi bipolaridad no llegase hasta esos extremos, los de escuchar voces extrañas en mi cabeza, y escuché un chirrio proveniente del sofá, dando a entender que se había sentado en él.

-¿Qué he hecho esta vez?-escuché preguntar a Charlotte con voz triste y después el agitar de una bolsa, supuse que de golosinas. Parpadeé y miré levemente hacia arriba. Me apoyé sobre mis rodillas y asomé desde mis hombros hasta arriba mi cuerpo por detrás del sofá, justo al lado de Charlotte, cual teleñeco cutre de televisión.

-Tomarme el pelo.-respondí ante su pregunta, sobresaltándola.

Me quedé pensativa, con los labios fruncidos y mirando fijamente el suelo, cuando escuché la voz de JayJay asomarse a mis espaldas.
Me sobresalté y giré automáticamente para ver si de verdad era él y relajé la expresión de mis hombros al comprovarlo, pero, por lo que había dicho, me quedé con un nudo en la garganta.
-¿Qué? ¿A qué te refieres? -pregunté, tartamudeando, ceñuda y con un rostro entristecido.
¿Que yo había hecho qué?

Apoyé mis brazos sobre el respaldo del sofá, cruzándolos y mirando hacia abajo.

-A que me dijiste que eras como yo.-dije aunque ya no estaba muy seguro de que dijese eso exactamente. Bueno, dejémoslo en que lo había "insinuado".-Pensé que eras diferente, pero... Me mentiste. No sé por qué.-miré fijamente a Charlotte a los ojos, serios, buscando una respuesta en ellos.-Me gustaría pensar que no ha sido porque querías tomarme el pelo, pero creo que así es.

Volví a mirar hacia abajo y observé que en esa posición los músculos, aunque fuesen pocos, se me notaban más, y no pude evitar compararme con los chicos populares, que siempre iban presumiendo de tener eso mismo. Hice una mueca de desagrado y me descrucé de brazos en un intento de olvidarme de ellos. Siempre jodiendo, seguramente era por lo único que los colocaban en los institutos como los populares y objetos de deseo... Y aquella no sería la primera vez en la que un popular se hiciese pasar por mi amigo para después humillarme.

Lo miré a los ojos ceñuda y confusa, con los ojos entrecerrados en busca de una respuesta a mis preguntas en su mirada.
Tras varios minutos de silencio, sin saber qué decir, me relamí los labios y miré al suelo, negando con la cabeza y pasando una de mis manos por mi ojo derecho, como si me hubiera levantado ya mismo e intentara espabilarme, o como si estuviera secando unas lágrimas invisibles que habían humedecido mis ojos.
Negué rápidamente con la cabeza como diciendo "Espera, revovinemos" y lo miré fijamente, con una ceja alzada.
-¿Como tú? ¿A qué se refieres con eso? ¿Quién querría parecerse o ser como yo?
¿No se estaría refiriendo a mi poca popularidad, a mi ser friki y a mi comportamiento de niña tonta? No, no podía ser.
-Yo no te he tomado el pelo... Si te conociera mejor y tendría razones para hacerlo, tampoco lo haría -dije, sinceramente-. ¿Es por Drake y Jared? Si es por ellos... Te aseguro que es la primera vez que me tratan así. Nunca me habían ni dirigido la palabra. No sé por qué lo han hecho esta vez... Tal vez... Lo harían por ti. Siéndote sincera... Has intimidado a Jared. Intentaban retarte. No dejes que lo hagan.
Fruncí los labios.
-Puedes... puedes... -tartamudeé, suspirando y cogiendo aire para soltarlo de golpe, mucho mejor- Puedes pensar que te he tomado el pelo... o... -le tendí mi mano, sonriendo- o sentarte aquí conmigo y hacer una amiga.

Mientras me decía todo aquello, estuve tentado a preguntarle por qué supuestamente nadie querría ser como ella, pero pensé que quizá sería meter el dedo en la llaga, y no estaba el horno para bollos.

Escuché aquello inmutable, mirándola serio, fijamente. Intentaba leer en sus ojos alguna muestra de mentira o de falsedad, después recordé que en aquello no era muy expero que digamos, pero hasta un ciego podría darse cuenta de que estaba siendo totalmente sincera.

Miré su mano apretando los labios, pero más que con furia o con miedo o con otra cosa era de... sorpresa. Jamás me habían tendido una mano, en ninguno de los sentidos, así que para mi aquello era nuevo. También lo era el hecho de que Charlotte quisiese ser mi amiga, y entonces sentí como el efecto de candidez que sentí en la entrada antes de que los dos burros nos interrumpiesen volvía a mí.

Le estreché la mano con algo de inseguridad, quieto, como sopesando la situación, y entonces se me ocurrió darle un beso en la mano, como por acto reflejo. Levanté la mirada y la miré parpadeando y esbozando una pequeña sonrisa, la misma que podía haber hecho sin esfuerzos en la entrada.

-Esto significa que quiero ser tu amigo... Por lo menos en el idioma de los pijos del Golden Lake.-dije aún sin tono de voz. Esperaba que algún día volviese a mí, pero estaba seguro de ello mientras rodeaba el sofá y me sentaba al lado de Charlotte, cogiendo el maletín con el portátil y poniéndoselo al otro lado.

De nuevo aquel extraño sentimiento que había tenido con Drake y Jared cuando habían besado mi mano... Sólo que, esta vez, al ser JayJay, fue más avergonzado que con los otros dos. Esta vez, la sensación era agradable.
Fruncí los labios en una sonrisa avergonzada, mirándolo de reojo mientras ocultaba mi mirada en mi, de nuevo, caido flequillo.
Lo miré en silencio, realmente impresionada por su gesto. ¿No era más normal, cogernos simplemente de la mano y jai? Era igual. Resultaba... agradable, realmente agradable.
Lo estuve mirando un buen rato callada tras reír entre dientes ante su pequeña broma, o al menos comentario... No sabría cómo llamarlo, lo había dicho con un tono tan anormal que no sabía de qué modo lo decía.
Fruncí los labios y comencé a arrugar de nuevo mi camisa en mis manos.
-¿Sabes? Eres... especial. Eso me gusta -dije, asintiendo lentamente con la cabeza.

Me apoyé en el respaldo del sofá, solo que aquella vez solo estaba tenso por la altura de los hombros, nada más. Miré hacia el frente, realmente con la mirada perdida, en un momento de silencio en el que ninguno de los dos habló. Era agradable sentirse acompañado pero sin la presión de tener que decir algo ingenioso, o divertido, o lo que fuese para que el otro se divirtiese, como si fueses su bufón. Me perdí en mis pensamientos hasta que Charlotte habló, entonces parpadeé y desvié la mirada hacia ella mientras la escuchaba, serio, pero sintiendo como algo se me derretía dentor de mí. Era quizá... ¿hielo?

No era el hecho de que me dijese que era especial. Muchos psicólogos me decían aquello para que me estuviese calladito y para subirme la auto estima, sin resultados. Yo prefería llamarlo diferente.

No, no era aquello lo que me había sorprendido, sino su última frase: "eso me gusta". Era la primera vez que le gustaba a alguien... Bueno, al menos la idea que tenía ella de mí, que ya era algo, y me dieron ganas de abrazarla, como dándole las gracias. Por suerte, no era un muchacho impulsivo en ese sentido, sino ya se habría largado ella sola por patitas del susto. ¿A qué venía tanto deseo de efusividad ahora? Ah, claro, cierto. Era lo que solía pasar cuando alguien estaba tan reprimido tanto tiempo... Que soltaba todo de un plumón.

-¿Sabes? Eres adorablemente ingenua. Eso me gusta.-dije refiriéndome a la idea que ella tenía de mí y sonreí de lado, con la mirada algo cansada. ¿Existía la palabra "adorablemente" ya en aquella época? Era lo que tenía hablar poco, que al final tu vocabulario se actualizaba poco.

Contuve una sonrisita avergonzada. Alcé la barbilla y lo miré sonriendo, cruzada de brazos.
-¿Así es como me veis todos? Vaya... Yo que quería parecerme a la Barbie Malibú... -bromeé, aunque, en el fondo, no iba mal encaminada.
Ser alguien... Eso... Eso era guay. Pero preferiría ser alguien como JayJay y yo a ser alguien como Lindsay o Drake o Jared...

Parpadeé lentamente, buscando un chicle en mis bolsillos, mirando a Charlotte.

Alcé una ceja cuando dijo aquello y la miré de arriba a abajo, aunque con sola haberla visto la primera vez en la entrada me valía hasta para recordar cuántas tachuelas tenía su pequeño cinturón marrón.

-A mí me parece que estás muy bien tal y como eres.-dije, pero al vez como sonaba fruncí el ceño, cabreado conmigo mismo por verme tan asquerosamente vulnerable.-Quiero decir... Que mejor natural que con bolsas de silicona en los pechos. ¿No crees?-torcí la boca. La verdad es que ese tema me daba bastante asco. No el de los pechos; era bipolar, no gilipollas, pero si el pensar que dentro de ellos hubiese una bolsita de plástico con liquidito dentro. Pensé que, en ese aspecto, Charlotte no era falsa, sino que más bien transparente. Quizá por eso los cabrones de su internado confundiesen aquello por invisible.

Sonreí de medio lado con cierta tristeza. Bueno... Tenía razón. Mejor ser cómo era a tener que soportar diez Lindsays más.
Alcé la vista a él con un pequeño mohín.
-Por ser natural y humilde me va tan mal, así que...
Suspiré, acomodándome en el sofá y mirando al cielo.
-No sé si podré soportar mucho más el curso que viene. Estoy deseando conocer gente diferente... Como... yo... -lo miré, sonriendo- Y como tú. No lo considero un adjetivo calificativo malo.

Bajé la mirada, observando con interés las baldosas beige del suelo, y di patadas leves hacia él. No podía negarle lo de la humildad y la naturalidad; la gente era propensa a meterse con ese tipo de cualidades por no ser precisamente fascinantes, aunque lo eran a su manera.

Era extraño, ella quería conocer a más gente diferente... Yo simplemente quería NO estar obligado a hacerlo. Ella parecía amigable, yo solitario. Ella parecía normal, yo anormal. Ella era cariñosa, yo ni siquiera conocía el significado de afecto de verdad. Entonces... ¿Por qué me daba la impresión de que encajábamos tan jodidamente bien?

Torcí la boca y le di dos palmadas en la espalda al más estilo "hala, hala" para consolar, quedando allí la mano por no tenerla donde apoyar.

-Míralo por el lado positivo: es imposible que entre gente peor que los que ya hay aquí.-dije bromeando. Supuse que habría gente no tan asquerosa como los populares pero... Yo ya me entendía.

Sonreí de medio lado y ladeé la cabeza para mirar a JayJay, sonriente ante su gesto.
Abrí la boca para hablar pero, en aquel mismo momento, la alarma de mi reloj sonó y la desactivé, mirándolo sonriente, con emoción y levantándome de un salto.
-¡Es la hora! -dije, contenta, cogiendo mi portatil y comenzando a apresurarme hacia la salida de la terraza, pero me quedé quieta, al lado de JayJay- Lo siento, tengo que... mirar el mail... Mis tutores... -chasqueé la lengua e hice un gesto con la mano, restándole la importancia- Te lo cuento en otra ocasión. ¡Adiós!
Volví a encaminarme hacia la salida, pero, me acerqué a JayJay de nuevo. Era lo correcto.
Me armé de valor y le di un beso en la mejilla, sonriéndole y guiñándole el ojo de forma amistosa.
-Gracias.
Entonces, sí que me fui.

Asentí con la cabeza, esperando a que se fuese ella para irme yo después. Estaba pensando ya en cual sería mi próximo destino cuando recibí un beso en la mejilla. Tardé unos segundos en reaccionar, como si fuese tonto, y cuando Charlotte bajaba las escaleras me llevé una mano a la mejilla, después mirándomela, pregúntandome mentalmente "¿qué ha pasado?". Parpadeé varias veces y carraspeé, cohibido, poniéndome de pie y bajando hasta salir de la terraza.